Poesías

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M. Rivadeneyra, 1859 - 298 páginas
 

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Página 174 - Despiértenme las aves con su cantar sabroso no aprendido, no los cuidados graves de que es siempre seguido el que al ajeno arbitrio está atenido.
Página 259 - Fué la aurora que reía Cuando descendiera al mundo El ángel del alma mía. ¡Higiara! ¡Higiara! de amor Cifra y de gloria y dulzura, Astro de mi noche oscura, Bálsamo de mi dolor; Mar ajeno de mudanza, Cielo de mi libertad, Tú eres mi sola esperanza, Tú eres mi felicidad. Si de tu hechicera voz Perdido escucho el acento, Por mis venas al momento Discurre fuego veloz; Y túrbome al deleitoso Eco, y mi ser se estremece, Y en mi labio tembloroso La palabra desfallece.
Página 202 - Males presagian; Pero respetan Esta comarca, Y benéficos aires las impelen Más allá de la Peña de Cabarga. Limpia de aspecto Vese en la falda De una colina Pobre morada. Dios la bendice: Nunca las ansias De honda miseria Turban su calma, Y generosas nubes enriquecen El huerto estrecho, las sedientas parras. Junto á la lumbre Yace sentada, Triste y doliente, Linda zagala.
Página 256 - Mendoza en la funesta jornada de Aljubarrota, ya que no podía dar el "caballo á su Rey, salvándole la vida á costa de la suya propia, entróse á "morir lidiando...
Página 256 - En el instante mism^ cayó sin vida atravesado por los Oficiales que rodeaban al Duque, espirando en sus lábios las palabras de fuego, fuego, con que lleno de valor indomable animaba á completar su hazaña á los soldados que le seguían.
Página 132 - Tida del campo; la canción sentida que suena en las cañadas tristemente. todo á gozar de la quietud convida de este mundo aldeano, que no seca la flor del alma para el bien nacida. La composición en tercetos concluye con cuatro versos, de los cuales el primero viene encadenado, como he dicho, con el tercero y el segundo con el cuarto, como se ve en esta terminación de unos tercetos de Selgas: Llenos de vuestra tímida fragancia venid...
Página 99 - Altas montañas de verdor, cubiertas De encinas y de robles; donde crecen El chopo y el laurel junto al castaño Y al robusto nogal, y en sesgo curso Por la llanura el...
Página 132 - Vida del campo; la cancion sentida, Que suena en las cañadas tristemente, Todo á gozar de la quietud convida De este mundo aldeano, que no seca La flor del alma para el bien nacida. ¡ Y hoy el rigor de tus deberes trueca Por este delicioso apartamiento De la hispana Babel la pompa hueca!
Página 3 - Formar una nacion de cien naciones; Y cuando el orbe absorto Cantó su dicha del poniente al orto, . Cuando en el hijo idolatrado puso El alto fin de su admirable intento, Y con engaste digno Las quinas enlazó timbre del luso Con el...

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