Imágenes de página
PDF
ePub
[ocr errors]

mero de estos países un Gobierno democrático inde-
pendiente, bajo la protección de la Francia. La Aso-
ciación se componía de individuos de todas clases y
condiciones, ligados entre sí por las promesas más so-
lemnes de guardar secreto, igualmente expuestos á los
castigos que vendrían sobre ellos, si se traslucía su
designio. Para entenderse y mantener corresponden-
cia, convinieron en ciertas señales conocidas de ellos
tan solamente. En Inglaterra, y sobre todo en Esco-
cia, se formaron también entonces Sociedades que
profesaban los principios democráticos de Francia y
tenían intento de fundar el Gobierno sobre ellos, imi-
tando lo que se hacía en París; las sociedades escoce-
sas é inglesas reunidas se denominaron en 1793 Con-
vención general británica, y pusieron en sus delibera-
ciones la fecha de primer año de la Convención. La au-
toridad logró hacer algunos castigos, si bien, lejos de
acabar con el mal, le extendieron más. En el año de
1794 y 1795 hubo ya tentativas para hacer una revo—
lución en Inglaterra; pero fueron siempre infructuo-
sas por no abundar allí los elementos necesarios para
el logro de la empresa. Por el contrario, en Irlanda el
deseo de separarse de la Inglaterra mantenía siempre
vivo el fuego. El Directorio, solicitado por los agentes
irlandeses, encargó en 1796 al General Hoche el man-
do de un ejército que se reunió en Brest para hacer
un desembarco en Irlanda. El 15 de Diciembre la ex-
pedición salió del puerto, y después de vencer gran-
des obstáculos, pudo pasar cerca de la escuadra in-
glesa sin que fuese descubierta por ella; mas sobre-
vino una tempestad, y separados los navíos durante la
noche, el General llegó solo á la costa de Irlanda. Ho-
che hubo de correr grandes riesgos para volver á en-
trar en los puertos de Francia. Abandonado el proyec-

*

to por entonces, Hoche se proponía tentar de nuevo su ejecución, habiéndose puesto de acuerdo para ello con los Jefes irlandeses, que habían pasado ocultamente al continente para tratar con él: la guerra entre los Consejos y el Directorio ejecutivo, que se terminó por la jornada del 18 fructidor, impidió al General Hoche llevar á cabo sus designios. Poco tiempo después este Jefe falleció de enfermedad en Alemania, en donde mandaba el ejército francés. Cuando el Directorio se halló triunfante en sus contiendas con los Consejos, pudo ya pensar seriamente en enviar socorros á los patriotas irlandeses, los cuales, invariables en su propósito de separarse de Inglaterra, solicitaban con vivas instancias la protección de la República. En 1798, al mismo tiempo que la expedición de Tolón iba á dar la vela, se dispuso que partiesen también tres divisiones navales francesas con tropas de desembarco para Irlanda: una de Rochefort, otra de Brest y otra de Dunquerque. La división más considerable era la de Brest. Un navío de alto bordo, el Hoche, de 110 cañones, debía acompañarle: llevaba de 3.500 á 4.000 hombres de desembarco con destino á Corek ó á otro puerto de Irlanda. La división de Rochefort, con 1.200 á 1.500 hombres á bordo, debía dirigirse á la bahía de Killala; en fin, la tercera división, partiendo de Dunquerque, debía desembarcar 1.500 hombres en la costa de Wlster, llevando así auxilios á los irlandeses, que en diferentes puntos aguardaban impacientes la protección de las armas francesas para tremolar el estandarte de la insurrección.

Estuviera por demás decir que el Directorio, al hacer tales preparativos, tuvo cuidado de advertir á los irlandeses de la próxima llegada de los socorros que les enviaba, hallándose en comunicación diaria con

*

Nappertandy y otros Jefes, que estaban á la cabeza de la conspiración. Pero el Gobierno inglés, á quien no se ocultaba el riesgo, conocía la urgencia de evitarle. Lord Cambden, Virrey de Irlanda, dió orden y plenos poderes á las tropas reales para que sometiesen á los rebeldes por las armas, lo cual hizo perder terreno á la Unión. Además, los patriotas irlandeses estaban mal previstos de armas y municiones. Sin embargo, la promesa de los socorros que debían llegar de Francia exaltaba la imaginación en tan alto grado, que al fin se tomó la resolución de levantarse abiertamente contra el Gobierno, al cual se suponía sin la fuerza necesaria para contener el levantamiento. La insurrección debía verificarse en la noche del 23 de Mayo. Todo estaba preparado para dar el golpe, cuando uno de los conjurados descubrió el proyecto; y aunque Napperlandy proclamó el alzamiento, la vigilancia del Virrey desbarató todos los planes que este Jefe había concebido para sublevar á Dublín.

Algunas tentativas inútiles para turbar la Irlanda.

No sucedió así en otros puntos del país. El 24 de Mayo los conjurados, en crecido número, acometieron á las ciudades de Naas y Carlow, en las que no pudieron entrar. El 25 se pusieron en marcha para ir sobre Wexford con una fuerza de 15.000 hombres, y desbarataron un destacamento de la guarnición que intentó detenerles; el 30 se rindió la ciudad. Los levantados se hicieron dueños también de Enniscorthy; pero habiendo querido entrar en New Ross, que estaba defendida por una fuerte división del ejército del Rey, sufrieron una derrota general. Hubo otros com

[ocr errors]

bates y en ellos anduvo varia la fortuna. Por fin, el General Lake juntó fuerzas considerables y cayó sobre el grueso de los insurgentes, apostados en Vinegardehill, cerca de Enniscorthy. Resistieron el ataque con vigor, pero al cabo se desordenaron y dieron á huir. La pérdida sufrida en este encuentro y en la derrota fué tal, que el partido todo se llenó de consternación; Wexford y los demás puntos que ocupaban se rindieron. Después de este descalabro no quedaron en el interior de Irlanda sino algunas bandas mal organizadas.

En el Norte de los Condados de Down y de Autrin habían corrido también á las armas; pero sus tropas colecticias no pudieron hacer frente á los soldados disciplinados que pelearon contra ellas. Hiciéronse castigos ejemplares: Cornelio Grogan y Barnal Harvey fueron pasados por las armas; Lord Eduardo Fitz Gerald se dió muerte en la cárcel; Nappertandy pudo huir y llegó á Francia, en donde el Directorio le hizo buena acogida, considerando lo útil que sería oir sus consejos cuando llegase el caso de hacer el desembarco en Irlanda. Con este fin le dió el grado de General de brigada, y proveyó á su subsistencia y á la de sus compañeros que iban con él. Después de los golpes que los insurrectos acababan de recibir, no era de suponer que volviesen á levantar la cabeza por entonces; y para conseguir más ciertamente este objeto, el Gobierno publicó un perdón general, con muy pocas excepciones, prometiendo que trataría sin rigor á cuantos se rindiesen voluntariamente.

El Directorio había dejado pasar el momento oportuno de sublevar á los irlandeses; pero los dos Jefes, Wolf Tone y Nappertandy, que habían puesto su principal esperanza en los socorros de Francia para la emancipación de su patria de la Inglaterra, le repre

sentaron la causa de la Unión como perdida para siempre si no se enviaban tropas á la mayor brevedad. No era fácil ejecutar la empresa teniendo á la vista de los puertos divisiones navales inglesas que los observaban. Por esta causa las tropas destinadas á la expedición se hallaban detenidas en los puertos del Océano desde la primavera anterior. La República se determinó, en fin, aunque tarde, á correr los riesgos de un desembarco. Para su mejor dirección envió á Wolf Tone á Brest y á Nappertandy á Dunquerque, muy esperanzados uno y otro de burlar la vigilancia de los cruceros ingleses. Dos correos extraordinarios partieron de París el 23 de Julio, el uno para Brest y el otro para Rochefort, portadores de la orden de dar á la vela al primer viento favorable. La división naval del primero de estos puertos no pudo hacerse al mar por falta de fondos para pagar las tropas; la de Rochefort fué la única que pudo salir del puerto. Con singular ventura burló la vigilancia del crucero inglés, y al cabo de diez y siete días el General Humbert desembarcó en Killala tan sólo 900 hombres de tropas regladas, á las que acosaron prontamente fuerzas superiores inglesas llegadas de todas partes contra el pequeño destacamento francés. Después de algunas marchas y escaramuzas, Humbert y sus soldados quedaron prisioneros de guerra; del corto número de insurgentes que se les reunió, unos cayeron en manos de las tropas inglesas y otros se dispersaron por el país. Nappertandy, viendo que la división de Dunquerque no podía hacerse á la vela, teniendo á su vista á la escuadra inglesa y en observación continua de sus movimientos, se resolvió á probar fortuna, y á bordo del bergantín el Anacreonte fué á desembarcar á la isleta de Rutland, en la costa

[ocr errors]
« AnteriorContinuar »