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que bloqueaban á Brest y á Cádiz, dejando libre del todo el Mediterráneo, en el cual no cruzaban más que tres de sus navíos de alto bordo. Hasta el 24 de Mayo no se resolvió Lord San Vicente, encargado del bloqueo de Cádiz, á destacar 10 navíos de su escuadra al mando de Nelson, quien con tres más que tenía á su mando entró en el Mediterráneo con intención de bloquar á Tolón ó de ir en busca de la escuadra francesa, si es que ya había salido de este puerto. La ilusión de los ingleses acerca del destino del armamento francés era tan completa, que en las instrucciones comunicadas á Nelson por Lord San Vicente se prevía todo lo que podía suceder, menos el que la expedición fuese á Egipto. El Brasil, el Mar Negro, Constantinopla y otros puntos estaban indicados expresamente. Nelson se presentó delante de Tolón el día 1.o de Junio con sus 13 navíos de línea, trece días después de la salida de la expedición de este puerto, de que el Comandante inglés no tenía noticia, y al punto se dirigió á las costas de Toscana, adonde por falsos avisos ó por conjeturas propias supuso que sería el punto de reunión de la expedición francesa. Conocido ya el error, Nelson llegó el 20 de Juniò á la bahía de Nápoles: allí supo que la expedición de Tolón se había apoderado de Malta, y por algunas insinuaciones del Embajador francés Garat, le fué conocido que el armamento se dirigía á las costas de Egipto. Partió Nelson de Nápoles sin perder instante, y el 22 de Junio se presentó ya delante de Mesina, en donde, no solamente le confirmaron la toma de Malta, sino que le dijeron que Bonaparte había dado después la vela para. Candía. Por donde se ve que si la isla de Malta hubiera hecho la menor tentativa de defensa, la escuadra inglesa habría dispersado fácilmente los 400 trans

portes que conducían las tropas republicanas. La fortuna se mostró propicia á la Francia en esta ocasión.

Aun después de haber tenido la expedición francesa tan señalada ventura, todavía corrió el armamento gran peligro, ó por mejor decir, no se salvó sino por milagro. Por una fragata francesa que llegaba de cruzar en las aguas de Nápoles, supo Bonaparte que la escuadra inglesa estaba cerca. Conociendo inmediatamente que sería difícil no tropezar con los enemigos si se seguía el derrotero derechamente hacia Alejandría, dió orden para dirigirse al Cabo Aré, en África, á 25 leguas de aquel puerto. Por esta dirección diagonal se evitó el encuentro de la escuadra inglesa y se salvó la expedición. Nelson hizo fuerza de vela, y en la noche del 25 al 26 se halló ya muy cerca de la retaguardia de la expedición. El 26 las vigías francesas señalaron navios enemigos al Occidente; pero el Almirante inglés no pudo descubrir los navíos franceses por la obscuridad del tiempo, á que se añadia que Nelson no tenía fragatas para enviar de descubierta. Persuadido, pues, de que la expedición seguía la dirección al Este, marchó perpendicularmente, mientras que la expedición francesa, moviéndose con lentitud, siguió una línea oblicua y se alejó de Nelson. Por esta circunstancia singular dos escuadras enemigas no se encontraron en aquel mar estrecho, ni supieron nada una de otra. El 28 de Junio la escuadra inglesa se presentó ya delante de Alejandría, dejándose atrás la expedición. Allí quiso todavía la fortuna proteger á los franceses, porque habiendo pedido Nelson permiso al Comandante turco para entrar en el puerto, con el fin de hacer aguada y tomar viveres, Seid Mohamed Coraim, que tuvo aviso pocos días antes por buques de comercio de que el Egipto se

veía amenazado, se asustó con la llegada de los ingleses, pensando que la escuadra era francesa y que el pendón inglés era ardid para que permitiese el desembarco. Por tanto, negó abiertamente la entrada en el puerto. Pocos días después expió cruelmente su error, pues Bonaparte hizo que le cortasen la cabeza. Nelson, viendo á los turcos opuestos á su deseo, dejó allí pliegos para la India, y el día 1.o de Julio se encaminó hacia el Este de Alejandría. A la mañana siguiente se descubrió la expedición francesa delante. del puerto. Las tropas desembarcaron, la ciudad de Alejandría fué tomada por asalto y seis días después Bonaparte atravesaba ya el desierto y marchaba con su ejército á la conquista del Cairo.

Las tropas francesas desembarcaron en Alejandría.

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¿Por qué la escuadra francesa no regresó á Tolón después de haber desembarcado tan felizmente el ejército que escoltaba? ¿Temió, por ventura, el Almirante Brueys encontrarse con la escuadra inglesa y verse en posición desventajosa, llegado que fuese el caso del combate, por no tener sus navíos el completo de sus tripulaciones? ¿Creyó, por el contrario, que estando al ancla en la rada de Aboukekir, la escuadra inglesa no osaría acometerla interponiéndose entre la costa y sus buques, ó bien fueron las órdenes terminantes de Bonaparte las que le obligaron á permanecer en aquellas aguas para que sirviese de consuelo y de apoyo á las tropas de tierra la inmediación de las fuerzas navales, como lo han pretendido personas que debían estar bien informadas de las disposiciones del General en Jefe? Cualquiera que fuese el motivo de la

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permanencia de la escuadra francesa en aquellos mares, no pasó largo tiempo sin que tuviese que arrepentirse de tal resolución.

La escuadra francesa quedó anclada en la rada de Aboukekir.

Nelson se dirigió desde Alejandría á Rodas, y siguió desde allí á las islas del Archipiélago hasta la entrada del mar Adriático. Para hacer aguada tuvo que entrar el 18 de Junio en Siracusa. No tenía todavía entonces noticias positivas sobre la dirección de la expedición francesa: al llegar el 28 de Junio á Coron, fué cuando supo que el armamento francés había tomado tierra en Egipto. Mas aunque juzgase con razón que la escuadra del Almirante Brueys estaría ya de regreso en Tolón, porque así era de suponer, quiso, no obstante, acercarse á Alejandría para poder adquirir noticias ciertas que transmitir á su Gobierno sobre lo que pasaba en Egipto, y dejar también las fuerzas necesarias para el bloqueo de aquella costa.

El Almirante inglés Nelson llega con sus navíos delante de aquella costa.-Batalla naval de Aboukekir.

En las relaciones francesas se lee que una vela inglesa se apareció el día 21 de Julio delante de Aboukekir y reconoció la escuadra francesa anclada en aquella rada; y como hubiesen transcurrido ya trece días sin que llegasen las fuerzas navales de Nelson, se sacaba la consecuencia de que ya fuese por el número de los navíos franceses, ó ya fuese por su situación ventajosa, los enemigos no pensaban en venir á aco

TOMO XXXII

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meterles. Cuando esta confianza comenzaba á tomar fuerza, el día 2 de Agosto, estando el cielo sereno y el mar sosegado, los buques de descubierta avisan que se ven velas y que, según sus señales y su forma, son inglesas. El Almirante Brueys, que estaba en la mesa con su Estado Mayor, manda al punto prepararse al combate y junta su Consejo de Guerra. No dejó de haber quien fuese de parecer de salir á mar alta á pelear libremente; pero prevaleció el voto de mantener la escuadra al ancla muy cerca de tierra, en cuya posición no era de creer que el enemigo se atreviese á acometer. Algunos aconsejaron al Almirante que echase á pique cierto número de buques de transporte para cerrar la barra y asegurar así su posesión todavía más; pero no lo creyó necesario, diciendo que no se atrevería á atacarle: esta confianza le perdió.

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Nelson, dice un autor coetáneo (1), al cual seguimos en la relación de estos sucesos, despechado de no haber podido dar hasta entonces con la escuadra francesa y ansioso de borrar sus faltas ó su mala suerte con una acción gloriosa, tomó al punto la resolución atrevida y peligrosa de acometer por la espalda á los navíos que estaban al ancla, poniéndose entre la escuadra enemiga y la costa. El primer navío que intentó ejecutar esta maniobra arriesgada varó, por haberse acercado demasiado á las rocas; suceso que llenó de alegría á los franceses y que no dejó de desalentar á sus enemigos. Pero Nelson, sin inmutarse, mandó á los navíos que seguían que no se acercasen tanto á tierra y continuasen la maniobra. Mientras tanto él acomete por el frente á la escuadra francesa, la cual, estando al ancla, no pudo emplear una parte de los

(1) Mémoires tirés des papiers d'un homme d'etat, tomo VI, pág. 86.

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