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miento, advertimos otra relacion en la que el bien entra con todo nuestro ser espiritual. El sentimiento como tal, nada tiene que ver con la verdad o con el error, no es, pues, bajo este aspecto como se le presentan el bien ó el mal, sino por la afeccion de lo agradable ó desagradable, del placer ó del dolor, del júbilo ó de la tristeza. Lo que es sentido como un bien produce placer, ó afeccion agradable; el mal, cuando es sentido, escita el dolor y la tristeza; sin embargo, no todo lo que nos conviene á nuestro desarrollo es sentido como un bien, y en lugar de producir placer no nos causa muchas veces mas que dolores y penas. Investigando la razon de este hecho la encontramos en el carácter particular del sentimiento que es diferente de el del pensamiento y de la inteligencia. Hemos visto que el pensamiento por su carácter de espontaneidad, se apodera de las cosas tales como son en sí mismas, en su verdad, y que continúa su desarrollo en el órden regular que está asignado por la naturaleza de aquella cosa; el sentimiento, al contrario se asimila mas completamente con las cosas espresando una relacion de totalidad entre estas y el espíritu. Ademas, porque el espíritu en su sentimiento precisamente convierte las cosas sentidas en su propia esencia, se complace tambien en conservar los sentimientos que ha adquirido, y en desarrollarlos mas bien que sustituirlos por otros nuevos. De este modo puede suceder que el pensamiento conciba verdades realizacion determine un nuevo desarrollo; pero que cuya sentimiento esperimente repugnancia en seguir el pensamiento por que las verdades que este le presente tienen afinidad con las que hasta entonces ha abrazado; manifestando el sentimiento la totalidad continua de la vida, se opone á todas las variaciones súbitas, que no obstante son exigidas por la espontaneidad de la vida del espíritu en la que se apodera de ideas, de verdades nuevas, y las realiza porque son buenas, sin considerar en primer lugar la fatiga que el nuevo trabajo le hará esperimentar. El sentimiento tarda rara vez en habituarse á lo que el pensamiento ha reconocido como verdadero y como bueno; pero importa tambien mucho que se desenvuelva y que se eleve el sentimiento con el pensamiento para que no se presente el fenómeno, desgraciadamente bastante frecuente de un entendimiento con ideas muy elevadas pero cuyos sentimientos se han quedado mezquinos y groseros.

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La investigacion que acabamos de ejecutar nos demuestra que el sentimiento es por su naturaleza el elemento conservador de la vida y de sus bienes, y que el pensamiento representa el elemento progresivo y productivo; esta verdad se halla ademas confirmada por la esperiencia. Vemos en efecto que los que fundan su doctrina sobre el sentimiento, ordinariamente se oponen á las variaciones, á las ideas nuevas y á su realizacion, mientras que los que no intentan sino el descubrimiento del pensamiento y de las verdades que descubre, estan en continua lucha con la vida real, que no marcha nunca con igual rapidez que sus ideas. Si los unos per

manecen estacionarios, los otros, desconociendo los bienes que han adquirido ya, se hacen inútilmente destructores. Para preservar la vida de los defectos del estancamiento y de la precipitacion, es forzoso ligar el bien futuro, concebido por el pensamiento, con los bienes que existen en realidad, y no pedir nuevas ramas antes que el árbol de la vida no haya tocado al desenvolvimiento necesario para poder soportarlas.

Réstanos considerar el bien con respecto á la voluntad. Si el bien se presenta al pensamiento y á la intelijencia bajo el aspecto de la verdad, y al sentimiento bajo el de lo agradable y del placer,la voluntad le imprime el carácter de la moralidad. Hemos visto que la voluntad no es mas que la causalidad general del espíritu, y que está como vacía de una cosa que la ocupe, de un contenido que debe proporcionarle el pensamiento y el sentimiento. En efecto la voluntad no encuentra los motivos de accion en sí misma, está determinada ó por los pensamientos que la intelijencia le presenta como á propósito para su realizacion ó por los sentimientos que exijen el ser satisfechos. Sin embargo el entendimiento posee, por su naturaleza, la espontaneidad de determinacion, espresada por su voluntad libre, y es cuando hace el bien en esta espontaneidad de accion, porque es el bien, y sin otra consideracion personal, y sin considerar los placeres ó las penas que resultan para él, obra como un ser moral. La moralidad no es otra cosa mas que esta libertad independiente de todos los motivos subordinados manifestada por el entendimiento en la realizacion del bien. Cuando el bien como tal es el solo motivo de la accion, el entendimiento tiene entonces una voluntad buena, voluntad que es únicamente libre, pues que se encuentra desprendida de todos los impulsos divergentes que pueden provenir de la consideracion del interés, de la utilidad ó del placer. El espíritu obrando el bien en espectativa solo del bien, se manifiesta en su espontaneidad completa y mas elevada, determinándose como ser íntegro en toda su actividad para la realizacion del bien. La moralidad es un elemento esencial que el espíritu libre debe añadir al contenido del bien; es la forma general que recibe el bien de la espontaneidad del espíritu. Este espíritu humano se distingue por la moralidad de todos los demas seres vivientes. Las plantas y los animales realizan tambian el bien que está contenido en su naturaleza, mas no son seres morales porque no pueden elevarse sobre su individualidad y operan el bien por el motivo del mismo bien; pero el

espíritu humano que se eleva hasta concebir el órden generel de las cosas y sus relaciones, tales como verdaderamente existen, debe tambien realizar el bien conforme á estas relaciones fundadas en las mismas cosas, y exaltar de esta manera el bien sobre la esfera personal midiendola segun las relaciones que se establecen entre sí y los objetos á que se aplica su accion. Entonces la accion del hombre es la de un ser que reconoce ser miembro del órden general de las cosas, y que debe obrar como exije este órden, sin conside

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rar en primer lugar su personalidad, sometida á este órden objetivo é impersonal, como la parte lo es al todo. El hombre que obra por motivos personales, puede ejecutar algo que sea bueno, pero ciertamente no operará como ser moral. Hay hombres que miran la moralidad como una especie de superfetacion, prescindiendo de los motivos de la accion, con tal de que el bien se ejecute; y que pretenden todavía que el hombre obra siempre por naturaleza con la espectativa de un interes personal cualquiera. Mas entonces no se distinguirá del animal, que no anhela sino la satisfaccion de sus deseos individuales, y no se alcanzaria con que objeto el hombre podria elevarse á considerar las cosas en sí mismas, y á juzgar lo que es bueno y justo segun las relaciones objetivas que existen entre ellas, y con independencia de su personalidad, si no pudiese ejecutar el bien como lo ha concebido, esto es, sin respeto alguno á su persona, y por el mero impulso del bien mismo. El hombre es un ser moral, realiza el bien por predileccion al mismo bien; el bien que opera es al mismo tiempo su bien, y determina al mismo tiempo un progreso para él; pero esta misma perfeccion propia no debe ser el motivo principal de la accion, porque tal consideracion imprimiria á la accion el sello del egoismo, por mas elevada que fuese. Así, pues, la conciencia y el sentimiento de moralidad son de tal modo inherentes á la naturaleza del espíritu humano, que todo hombre que conserva aun una centella de su ser primitivo, se siente mas o menos vivemente herido por los beneficios cuando sabe que son inspirados por motivos interesados. Esta conciencia moral protestará siempre contra las doctrinas que acusan de egoismo el fondo de la naturaleza humana, proclamará morales y dignas ciertamente del hombre, las acciones que son hechas por el mero impulso del bien, y no acordará estimacion moral sino á los hombres que ya en la ciencia, ya en la vida práctica obran únicamente por amor del objeto que abrazaron una vez.

Vemos, pues, que la moralidad es un elemento esencial de la naturaleza humana, y si está en el destino de cada ser el realizar y desarrollar lo que está contenido en su naturaleza, el destino del hombre es un destino moral, que debe proponerse como objeto permanente de su vida, y como una ley que debe seguir en toda su actividad.

(Continuará.)

GUANTANAMO.

Noticias sobre este puerto y fomento del territorio anexo, estractadas como apuntaciones para la historia de la isla de Cuba.

ARTÍCULO VI.

PARTIDO DE LOS TIGUABOS.

Continuarémos describiendo cada uno de los partidos de que se compone esta jurisdiccion, y comenzarémos por el partido de Tiguabos despues de haber descrito el del pueblo del Saltadero y el del Ojo de Agua.

El partido de Tiguabos limita por el Norte con la montaña del Toro y el partido de Sagua; por el Sur con la Sierra-maestra; por el Este con el cuarton de Santa Rosa, partido del Saltadero; y el Oeste con el Arroyo de Cunueira. Su mayor estension es de Norte á Sur, que mide diez leguas, y la menor de Este á Oeste cuatro leguas.

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El terreno es montañoso y quebrado, escepto algunas vegas llanas de corta estension. Los caminos son generalmente malos y escabrosos; solo tiene media legua de camino carretero al llegar á Cuba. En marzo y abril de 1843 se abrió un camino bastante Ilano y ancho en direccion al Saltadero; pero por falta de recursos no podia transitarse por él apenas transcurrido un año, así por los troncos de árboles como por la eminencia de la loma de Arroyo-Barro que dista un cuarto de legua del pueblo.

Hay una cordillera de montañas por la parte del Sur conocida con el nombre de Sierra-maestra ó del Canasto: entre Norte y Este existe la gran montaña Monte de Oro (antiguamente llamada Admigüí.) Estas alturas son las mas notables del partido. A dos leguas del pueblo se halla una sabana en la hacienda de crianza de Chapala, por la cual atraviesa el camino real de Baracoa.

El único rio digno de notarse en este partido es el Jaibo, y es de tan reducido cauce que nunca duran sus crecientes mas de 18 horas. En la actualidad (abril de 1844) está cortado enteramente. Como circula al pueblo a distancia de 260 pasos cuando mas lejos, es el que provee de agua al vecindario; pero por su mal sabor y

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olor la gente acomodada se surte de los arroyos Blanco y de la Sierra, á distancia de una legua, y del rio Guayacan, que tiene su boca ó derrame frente al mismo pueblo á medio cuarto de legua al Norte. Tiene la corriente necesaria para dar impulso al rio Jaibo, y solo sirve para algunos pozos ó represas con poca agua con que se abastece la gente pobre, á la vez que sirve para lavar dar y para agua los animales, lo cual da orígen al mal olor y sabor, y lo que es mas, produce enfermedades frecuentes en la poblacion.

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Este partido, dependiente de la Tenencia de gobierno del Saltadero, tiene por juez inmediato un capitan de partido, tres tenientes y un cabo de ronda en cada uno de los tres cuartones de que se compone. No tenemos documento ni noticia alguna que nos autorice á fijar la época de su fundacion; lo único que sabemos respecto á esto, es que los primeros que habitaron allí fueron los cónyuges Bartolomé de Rojas é Isabel Perez, que constituyeron la posesion del corral Limones, existiendo actualmente parte de él bajo el dominio directo de los descendientes de aquellos primeros poseedores. Calcúlase que esta fundacion puede datar de 260 á 270 años á esta parte.

En la formacion del pueblo y eleccion del lugar no anduvieron ciertamente muy felices los primeros fundadores: su delineacion es sumamente irregular. Está construido sobre el pináculo de una loma: lo rodean eminencias de ásperas pendientes, aunque hácia el Oeste es llano en corto trecho. Sin embargo de que el terreno es comunero, sin estar sometido á censo, pudiendo fábricar sus casas los vecinos donde quieran, no tiene por donde estenderse el pueblo. Hay tradicion de que estos terrenos fueron cedidos por uno de los primeros habitantes con objeto de fomentar la poblacion. Tiene una calle Real en el mismo camino de Cuba á Baracoa. En esta calle se encuentran seis tiendas mistas. Todo el pueblo cuenta 214 almas: hay 7 casas de teja, siendo una de mampostería y 4 de tejamaní; 50 de guano, algunas de ellas de cujes y embarrado.

La iglesia es de mampostería y por el interior de tabla, siendo de suficiente capacidad para el vecindario: hízola reconstruir á su costa el cura párroco D. José Angel Abreu en el año de 1838, habiéndola provisto de todos los adornos y ornamentos. Dícese que antes habia sido fundada por una matrona natural de Inglaterra, que llevó allí una imágen (esponemos este hecho con la mayor reserva y quisiéramos verlo comprobado) bajo la advocacion de Ntra. Sra. de Chinchigüira, que se proclamó entonces patrona del pueblo, y actualmente (1844) se halla colocada esta imágen en su altar á la derecha de la puerta principal.

Segun refieren algunos, esta iglesia estaba techada de guano hasta el año de 1795, en que siendo cura D. Manuel Guerra, la cubrió de tejas. La estension de este curato comprende toda la jurisdiccion del Saltadero, en cuyo pueblo hay un teniente de cura, y

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