Teoría de la comunicación: una propuesta

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Tecnos, 2003 - 184 páginas
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Las cosas más sencillas y cercanas suelen ser las más difíciles de explicar. Eso ocurre con la comunicación: todos sabemos lo que es, todos nos comunicamos, pero incluso a los académicos e investigadores que se dedican a su estudio les resulta complejo definirla. El unánime reconocimiento de esa dificultad ha abierto un vasto campo de trabajo para la teoría de la comunicación. Todavía son pocos los estudios que van más allá del mero diagnóstico, o de la superación del problema negando la misma existencia de la comunicación como campo de estudio o diluyéndola en multitud de versiones con frecuencia incompatibles entre sí. Sólo partiendo de lo común a todos los intentos de conceptualizar la comunicación se puede superar la perplejidad que produce la ambigüedad de ese término. Ese es el motivo por el que en este libro se propone pensar la comunicación a partir de su finalidad más evidente: la superación del aislamiento individual. Sólo desde la naturaleza social e individual del ser humano se puede dar razón de la comunicación como realidad que nos permite acercarnos al otro por medio de una acción sobre el mundo en el que vivimos. Esta propuesta de análisis ofrece un común fundamento teórico de partida para cualquier fenómeno comunicativo, independientemente del número de personas que estén implicadas en él, de los instrumentos con los que se alcance esa implicación, etc.

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Manuel Martín Algarra Teoría de la comunicación: una propuesta
Tecnos, Madrid, 2003, 179 pp.
La Investigación sobre comunicación está experimentando un importante crecimiento en estos últimos
años. Sin embargo, pese al incremento de la actividad teórica, el campo de estudio de la comunicación no ha alcanzado aún la madurez y estabilidad de otras disciplinas científicas. Quizá, el principal motivo de esta falta de solidez radique en la insuficiente fundamentación teórica de la comunicación. Así lo piensa al menos Manuel Martín Algarra, profesor titular de Teoría de la comunicación y de la información en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la Universidad de Vigo, y estudioso de la obra del filósofo y sociólogo austríaco Alfred Schultz (La Comunicación en la vida cotidiana: la fenomenología de Alfred Schultz, Eunsa, 1993). Martín
Algarra asume el reto de proponer un fundamento teórico de la comunicación como actividad y como objeto de estudio. Como el autor resalta, no se trata de un mero ejercicio académico sino de una necesidad pública porque “conocer mejor la naturaleza de la comunicación llevará consigo la posibilidad de participar más conscientemente en ella y así podremos ser más dueños de nuestro mundo, tan condicionado por la comunicación. Nos permitirá, en fin, ser más libres” (p. 12). Al estructurar su trabajo, Martín Algarra parte de la Teoría de la comunicación y expone los problemas para desarrollar una Teoría de la comunicación coherente, con principios sólidamente fundados y, por ello, universalmente aceptable. A continuación, establece las bases metodológicas y conceptuales sobre las que se asienta su propuesta y se centra en el análisis del fenómeno de la comunicación, sus elementos y las acciones que han de realizarse para que realmente exista comunicación. Concluye el libro con una interesante reflexión de lo que resulta de la comunicación. La Teoría de la comunicación debe librarse de dos viejos lastres: la indefinición de su objeto –todo es comunicación– y la identificación con la Comunicación de Masas. Si bien conceptualmente es sencillo desprenderse de este segundo, el primero representa una carga más compleja y a la vez más peligrosa.
Si se considera la comunicación como cualquier tipo de contacto y se toma esa ambigüedad en el uso del término como punto de partida para la construcción de un saber, todo constituiría parte de ese saber, puesto que nada hay en el universo que sea solitario. “Sería un saber sobre todo, que es lo más parecido a un saber sobre nada” (p. 31). Se necesita un concepto claro y comprensivo de “comunicación”. Con ello –aclara Martín Algarra–, no se niega la necesaria pluralidad; sencillamente se reclama el estudio de “una misma realidad –la comunicación– de manera que los resultados sean plurales porque aportan aproximaciones plurales a una misma realidad, y no porque sean aproximaciones a distintas realidades” (p. 45). El punto de partida de la propuesta de Martín Algarra es el realismo filosófico, que el autor denomina “realismo propio del sentido común”.
Jordi RODRÍGUEZ VIRGILI
 

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