Solo: un hombre en el marSiglo XXI, 1997 - 143 páginas Divertidísimo “diario de navegación”. ¿Qué hace y qué piensa un hombre solo, en una minúscula balsa, durante noventa y dos días, en medio del océano? Todas las facultades y necesidades humanas están aquí puestas a prueba. Genovés va desgranando con verdadero talento de narrador y psicólogo las incidencias objetivas y subjetivas de un viaje excepcional. El desenlace revalida con ingeniosa fantasía las cualidades de un excelente escritor. |
Índice
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Primera noche con Indra | 35 |
Sólo por un tiburón y por quien | 55 |
Ironía y alucinación | 71 |
Soy viejo y está bien | 78 |
El sexo y la envidia | 92 |
El ojo del ciclón | 99 |
Los barcos hablan con las balsas | 106 |
Reflexiones dentro y fuera | 121 |
Entre los peces vanidad y sexo | 131 |
La llegada | 138 |
Términos y frases comunes
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Pasajes populares
Página 71 - Cuentan de un sabio, que un día tan pobre y mísero estaba, que sólo se sustentaba de unas yerbas que cogía. ¿Habrá otro (entre sí decía) más pobre y triste que yo?
Página 50 - Evidentemente, el hombre sólo realiza lo más verdadero y hondo de su ser cuando pone en juego todo su ser y para esto lo primero que es necesario es que el hombre sea un todo, se sepa un todo, total y verdaderamente semejante al Todo. «¿La cólera española no es la causa, el principio y la unidad revolucionaria de nuestro pueblo? ¿Su humana, viva, verdadera, disparatada, desastrosa voluntariedad? ¿Su realísima gana? ¿Su voluntad santísima?» Sí, en efecto, la causa, el principio y la unidad...
Página 79 - Algún día — lo sé muy bien — , presiento que algún día te amaré al recordarte, noche que hoy me persigues. Entonces, tus luceros, alcanzarán su mágica blancura clavados en mi sueño, como envidiosos miran hoy al jazmín junto a la fuente calmar mi oscuro afán, lejos del cielo. Cielo que, tú, has de darme, noche que hoy me persigues — lo sé — ; pero tan sólo cuando yo entienda que te estoy mirando...
Página 50 - El hombre, el pueblo, empieza por afirmarse caprichosamente por la negación. Con tal de hacer su voluntad y por hacerla solamente, puramente, el hombre, el pueblo se hace como el niño caprichoso, voluntarioso. Pintar como querer es pintar voluntaria o voluntariosamente: caprichosamente. El hombre que hace su capricho hace lo más puramente voluntario, lo más hondamente voluntario. Acaso lo más profundamente humano. Su santísima voluntad. Su realísima gana. Lo más verdadero de su ser.
Página 140 - Me tendí, como el llano, para que aullara el (viento. Y fui una noche entera ámbito de su furia y su lamento. Ah, ¿quién conoce esclavitud igual ni más terrible dueño? En mi aridez, aquí, llevo la marca de su pie sin regreso. NOSTALGIA Ahora estoy de regreso. Llevé lo que la ola, para romperse, lleva — sal, espuma y estruendo — , y toqué con mis manos una criatura viva: el silencio. Heme aquí suspirando como el que ama y se acuerda y está lejos.
Página 64 - Los hombres son tan necesariamente locos, que sería estar loco de alguna manera el no estar loco.