Paz en la guerra

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F. Fe, 1897 - 349 páginas

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Página 60 - Tales reflexiones le llevaban en la oscuridad solitaria de la noche la emoción de la muerte, emoción viva que le hacía temblar a la idea del momento en que le cogiera el sueño, aplanado ante el pensamiento de que un día habría de dormirse para no despertar. Era un terror loco a la nada, a hallarse solo en el tiempo vacío, terror loco que, sacudiéndole el corazón en palpitaciones, le hacía soñar que, falto de aire, ahogado, caía continuamente y sin descanso en el vacío eterno, con terrible...
Página 24 - Era la afición de moda entre los chicos, que los compraban y se los trocaban. Aquellos pliegos encerraban la flor de la fantasía popular y de la historia; los había de historia sagrada, de cuentos orientales, de epopeyas medievales del ciclo carolingio, de libros de caballerías, de las más celebradas ficciones de la literatura europea, de la crema de la leyenda patria, de hazañas de bandidos, y de la guerra civil de los siete años. Eran...
Página 24 - Eran el sedimento poético de los siglos, que después de haber nutrido los cantos y relatos que han consolado de la vida a tantas generaciones, rodando de boca en oído y de oído en boca, contados al amor de la lumbre, viven, por ministerio de los ciegos callejeros, en la fantasía, siempre verde, del pueblo.
Página 340 - ... de ella. Vive en la verdadera paz de la vida, dejándose mecer indiferente en los cotidianos cuidados: al día, mas reposando a la vez en la calma del desprendido de todo lo pasajero: en la eternidad; vive al día en la eternidad. Espera que esta vida profunda se le prolongue, más allá de la muerte, para gozar, en un día sin noche, de luz perpetua, de claridad infinita, de descanso seguro, en firme paz, en paz imperturbable y segura, paz por dentro y por fuera, paz del todo permanente. Tal...
Página 105 - los mismos que les prestaban el dinero al treinta por ciento, los que les dejaron sin montes, sin dehesas, sin hornos y hasta sin fraguas; los que se hicieron ricos comprando con cuatro cuartos y mil picardías todos los predios de la riqueza...
Página 235 - Pasaban con caras pálidas de fatiga entre otras pálidas de miseria y con el sello de las tinieblas, y nada de entusiasmo loco, sino algunos vivas, mucha solicitud y corrientes de mutuo cariño compasivo. Cerníase sobre la alegría un inmenso luto, y la dulce dejadez soñolienta de la convalecencia. Diríase que acababan de salir de un doloroso sueño. Pesaba sobre todos una ardorosa sed de descanso.
Página 124 - Todo aquel movimiento popular, surgido del seno del pueblo, de la masa amorfa de que se hacen las naciones, de su fondo protoplasmático; todo aquel movimiento ascendente desde las honduras populares, ¿cabría reducirlo a los cuadros de la milicia nacionalista, a la sistematización de aquellos ejércitos brotados de las luchas por la forja de las nacionalidades? ¿Cabría sujetar a la disciplinaria jerarquía...
Página 63 - Y cuando los vio más calmados, tomó la palabra, y con forzada tranquilidad les fue diciendo que los dogmas habían sido verdaderos en un tiempo, verdaderos puesto que se produjeron, pero que hoy no son ya ni verdaderos ni falsos, por haber perdido toda sustancia y todo sentido.
Página 345 - ... omnipotencia humana, puesto que sólo quien quiera cuanto suceda logrará que suceda cuanto él quiere. Despiértasele entonces la comunión entre el mundo que le rodea y el que encierra en su propio seno; llegan a la fusión ambos, el inmenso panorama y él, que libertado de la conciencia del lugar y del tiempo, lo contempla, se hacen uno y el mismo; y en el silencio solemne, en el aroma libre, en la luz difusa y rica, extinguido todo deseo y cantando la canción silenciosa del alma del mundo,...
Página 111 - ... bullangueros, cuando él iba buscando aldeanos, hombres de campo. Componíase el batallón por entonces de unos cien hombres, armados muchos de ellos con palos. — ¡Volvemos a encontrarnos! — dijo Celestino a Ignacio, al ver que éste le miraba a los galones. Sí, volvían a encontrarse; volvía a encontrar al viejo ídolo de cuyo hechizo se redimiera, aunque al parecer tan sólo. Encontraba armado y con galones al espíritu de la disputa, no de la guerra; veíale la espada, como lengua afilada...

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