La ley del espejo: Una regla mágica que resuelve cualquier problema en la vidaA partir de una historia sencilla y emotiva, Yoshinori Noguchi (Hiroshima, 1963), un reconocido experto en coaching y asesoramiento psicológico, nos sitúa delante de un espejo para enfrentarnos con nuestro interior que es, en definitiva, el que determina todo lo que nos sucede en la vida. Eiko está preocupada porque los niños del colegio maltratan a su hijo Yuta, y se siente totalmente impotente y sola ante un problema que no sabe cómo resolver. Hasta que su amigo Yaguchi le ofrece un método sorprendente que la hará vivir la situación más difícil de su vida: enfrentarse a sus fantasmas y seguir adelante con espíritu nuevo. A medio camino entre el coaching y las constelaciones familiares, La ley del espejo nos reencuentra con una filosofía oriental renovada y nos propone pautas claras y efectivas para resolver de raíz los problemas de la vida. Nunca habíamos tenido la felicidad tan cerca. |
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Precioso libro
La Señora A (ama de casa de 41 años) tenía una preocupación. Su hijo que iba en 5to año de primaria estaba siendo maltratado por sus compañeros. Más que ser maltratado casi había llegado hasta la violencia.
Sus amigos lo habían sacado del grupo, normalmente le echaban la culpa cuando pasaba algo. Su hijo insistía que “no lo estaban maltratando”, pero siempre tenía un semblante triste y la señora A sufría.
A su hijo le gustaba el beisbol pero como sus amigos no lo invitaban a jugar, él salía al parque y jugaba a cachar la pelota con la pared.
Hace aproximadamente 2 años, hubo un período en que su hijo jugaba con sus amigos beisbol. En una ocasión de regreso con las compras, la señora A pasó al lado de las canchas de la primaria donde su hijo estaba jugando beisbol con sus amigos. Su hijo había cometido un error y alrededor de él lo estaban acusando fuertemente.
Los compañeros de equipo sin tolerancia, lo acusaban en voz alta.
−¡Oye tu, eres muy torpe en tus movimientos!
−¡por tu culpa nos quitaron 3 puntos!
−¡si perdemos es por tu culpa!
La señora A pensó −En verdad mi hijo no tiene gran capacidad física, pero como hijo tiene puntos buenos, es un niño con un corazón muy noble.
Le daba coraje a la señora A al ver que no pudieran reconocer los puntos buenos de su hijo. Fue muy sufrido ver que su hijo que ante las terribles cosas que le decían sus compañeros de equipo, sólo sonreía y pedía disculpas.