Historia del género chicoPrensa Popular, 1920 - 127 páginas |
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Términos y frases comunes
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Pasajes populares
Página 48 - Que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva ! . . . Los pajaritos cantan, las nubes se levantan ; que sí, que no, ¡ que llueva a chaparróoooon !
Página 34 - Yo quiero ver cien nobles colgados de un farol, racimo que en un día vendimie la nación. ¡Yo soy descamisado, yo quiero la igualdad; si yo no tengo nada, que nadie tenga más! Muerte y exterminio haya por doquier, ¡sangre y degollina, ése es mi placer! El pensamiento libre proclamo en alta voz; ¡y muera el que no piense igual que pienso yo!
Página 30 - No me mires, no me mates; déjame vivir en paz, que en estando yo a tu lado, seré firme en el amar. Seré firme en el amar y también en el querer. ¡Qué fatigas pasa un hombre cuando quiere a una mujer!
Página 46 - Trabajaba una mulatita una tarde en el cafetal, y la dijo su amito Pancho que la quería ayudar. ¿La ayudó? Sí, señó, es decir, me lo figuro yo. Pues después de aquella tarde ella dijo a su mercé: ¡Ay, amito, qué sabroso! ¡Ay, qué rico me supo el cafél ¡Cariño!
Página 44 - Caballero de Gracia» me llaman, y efectivamente soy así, pues sabido es que a mí me conoce por mis amoríos todo Madrid.
Página 54 - Habana se paseaba una mañana, se paseaba una mañana la morena Trinidad. Entre dos la sujetaron y presa se la llevaron, y presa se la llevaron de orden de la autoridad.
Página 75 - En un cerrillo se alza un palacio con cien salones de mucho espacio. De sus balcones las barandillas miran al campo de las Vistillas. Y allí a sus plantas, manso y sin brío, a todas horas se arrastra el río.
Página 36 - Invitación al vals, de Wéber, con mucho brío. Luego el marino tocó, y cantó a media voz, el coro de Los sobrinos del capitán Grant, del maestro Caballero. Cuando contigo, mi dulce bien, cruce las olas del ancho mar, y aunque es el agua nuestro sostén, no tengas miedo de naufragar. Así, escuchando de la mar el melancólico rumor, entre la luz crepuscular, bogando vamos sin temor.
Página 77 - La de los claveles dobles, la del manojo de rosas, la de la falda de céfiro, y el pañuelo de crespón ; la que iría a la verbena cogidita de mi brazo... eres tú... ¡porque te quiero, chula de mi corazón!
Página 57 - Cuando en las noches del estío azul y blanca esté la mar, juntos iremos, dueño mío, a navegar. Allí en alegres barcarolas cantar podremos nuestro amor, entre el arrullo de las olas, halagador».