Poesías

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M. Rivadeneyra, 1858 - 252 páginas
 

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Página 42 - Y bendije, al mirarla, mi destino, Y pensé que la luz de tu hermosura Me mostraba el camino Del cielo que soñé. Nunca mi mente , En el delirio ardiente De amor que la cautiva , • Vistió de mayor gloria La maga de sus sueños ilusoria , De sus amores la deidad altiva. Tus sienes circundó la inteligencia De resplandor ; pusieron los amores...
Página 92 - Está en el alma, y los espacios llena. Su luz el astro envía, Y tarda siglos en cumplir su anhelo; No acaba su porfía, No hiere el mortal velo, 10 Mas en el alma está como en el cielo.
Página 46 - Y al débil corazón hundió en letargo. Débil el corazón de las mujeres Es al dolor: anhela su reposo Guardar el tuyo, y creo Que más infeliz eres Con tu sosiego fúnebre y odioso Que yo en la agitación de mi deseo.
Página 41 - De la imaginacion dulce quimera, Que la Poesía manifiesta y dora, Di vida, amor y cuerpo á la Poesía; Pero no hallé la luz del alma mía. ¿Dónde estaba su luz? Amante, ciego, La busqué y no la hallé. Corrió perdida El alma en busca de ella Por el áspera senda de la vida.
Página 45 - Hallar podía que adorar pudiera. Pero te vi, y el alma enamorada Se sintió enternecida, Cual si un recuerdo de tu luz tuviera; Un recuerdo lejano De otra esfera quizás ó de otra vida. No ya por el encanto soberano Te recordé del rostro; por aquella Sublime conmoción del alma siento Que te reconocí, cuando tu acento Dulcísimo escuché, señora bella. De tus ojos al ver la luz hermosa, Entre su llama eterna mariposa El alma tuya ardía, Y recordarla pudo el alma mía.
Página 35 - Bálsamo el aire, las flores Ninfas, las sombras colores, Y los claros resplandor. Y todo vago, indeciso Dulcemente se confunde Y melancolía infunde Tan suave al corazón, Que en la atmósfera mecido De sus sueños se recrea Gira y corre distraído De ilusión en ilusión. No va el silfo más ligero En un rayo de la luna.
Página 37 - Del tierno pecho aquel amor nacido,/ que en él viviendo mis delicias era,/ creció, quiso del pecho salir fuera,/ pudo volar y abandonó su nido;/ y no logrando yo darle al olvido,/ le busqué inútilmente por doquiera,/ y ya pensaba que en la cuarta esfera/ se hubiese al centro de la luz unido,/ cuando tus ojos vi, señora mía,/ y en ellos a mi amor con mi esperanza,/ y llamándole a mí, tendí los brazos...
Página 12 - JHaría. ts tu virgínea frente, De olorosos jazmines coronada, El pudor dulcemente La mano delicada Puso, y dejóla de ilusion colmada. En tu mirada, pura Mas que la luz de la naciente aurora, La inocencia fulgura, Entre sus llamas mora, Y nítidos ensueños atesora. El dedo colocado Sobre la dulce boca, adormeciendo El velador cuidado Del mundanal estruendo, Mientras tu corazon está durmiendo. Duerme, duerme, ángel mio, En fresco lecho de encantadas flores; El ave en el sombrío Te cante sus...
Página 149 - El alambor retumba , Y el viento rasga el belicoso canto Que amenaza al tirano con la tumba. CORO DE GUERREROS. Despertad del letargo, descendientes De nuestros héroes , acudid , la espada En la certera mano relumbrando , De lauros esplendentes La frente coronada , Himnos de gloria, y libertad cantando. ¿Temeréis al tirano, envanecido Por el grande poder de sus legiones? Un tiempo de la cumbre que domina El mar de Salamina , Un rey miró, de presuncion henchido, Soldados y bajeles á millones...
Página 126 - Con él inspiró á los hombres El santo amor de lo bello, Y puso en sus corazones De las artes el anhelo. Recatándose de Jove Bajaba, y estremeciendo El cáliz, algunas gotas Vertió sobre el verde suelo. Abejas y mariposas Al punto allí concurrieron, Y hasta la deforme araña Gustó del licor benéfico. Dichosas, pues que libaron Inspiracion y deseo, Y del arte con el hombre El alto don compartieron.

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